27 de mayo de 2015

Brasil y China: un pacto estratégico de 53.000 millones de dólares

DARIO PIGNOTTI – Del Atlántico al Pacífico: Brasil y China comenzaron a forjar un nuevo vector geopolítico. Los acuerdos por 53.000 millones de dólares, en áreas vitales como la energía, firmados por la presidenta Dilma Rousseff y el premier Li Keqiang confirman la robustez de los vínculos comerciales y financieros entre la séptima y la segunda economías mundiales.

De todos modos, el anuncio más ambicioso fue la construcción de un ferrocarril transoceánico que trazará una línea de fuerza geopolítica en el centro de Sudamérica.

“Como ustedes vieron, fue una reunión muy importante para las relaciones entre Brasil y China. Todas las reuniones tienen su importancia pero ésta de hoy tuvo una característica nueva que fue haber dado gran importancia a las inversiones en el ferrocarril transcontinental, que otros llaman bioceánico que será estratégica para nosotros”, declaró la presidenta a un grupo de periodistas. Lo afirmó poco después de finalizada la exposición que realizó junto al premier asiático, con quien fueron firmados 35 documentos en el Palacio del Planalto.

“Brasil, Perú y China, y aquí quiero dirigir un saludo al presidente Ollanta Humala, estamos iniciando los estudios de viabilidad para esta conexión ferroviaria… y hemos convidado a las empresas chinas para que participen en esta gran obra que pasará por Acre (Amazonia) y cruzará los Andes hasta llegar a los puertos de Perú.”

El anteproyecto tiene un costo estimado de entre 5000 y 12.000 millones de dólares. Nace en el puerto de Acu en las costas de Río de Janeiro, en el sudeste, sube hasta el estado de Mato Grosso, centro del país, y luego atraviesa los estados amazónicos de Rondonia y Acre, de donde continúa hacia a Perú. Será un corredor por el que Brasil podrá exportar soja y carne hacia China y eventualmente el resto de Asia e importar manufacturas. Todo sin utilizar el canal de Panamá, que pese a haber sido devuelto por Estados Unidos en 1999, aún continúa dentro de su área de influencia estratégica.

Dilma recibió al representante del gobierno chino con una formación de Dragones de la Independencia, guardia de honor presidencial, en la rampa de ingreso a la sede del gobierno y luego le ofreció un almuerzo en la Cancillería siguiendo un protocolo similar al prodigado a los jefes de Estado. Semejante pompa, que no es la habitual en visitas de este tipo, puso marco a una cumbre en la que se asumieron compromisos de largo plazo.

“El Plan de Acción Conjunta 2015-2021 (el mandato de Dilma finaliza en 2018) que firmé con el primer ministro inaugura una etapa superior de nuestras relaciones, la cual quedó expresada en los acuerdos gubernamentales y empresariales firmados hoy.”

Li Keqiang coincidió con su anfitriona sobre la consolidación de los lazos bilaterales y lanzó el desafío a que el comercio bilateral, actualmente de casi 78.000 millones de dólares, salte a 100.000 millones. También se anunció que parte de las transacciones ya no se realizarán en dólares, los que serán reemplazados por reales y yuanes, con lo que el comercio estará a salvo de las oscilaciones cambiarias.

La cita de ayer en Brasilia inició un periplo diplomático que continuará la semana próxima en México, donde Rousseff realizará su primera visita de Estado; en junio con la cumbre del Mercosur y el viaje a Estados Unidos y posteriormente la reunión en Rusia del grupo Brics. Dilma anticipó que viajará a China en 2016 invitada por el presidente Xi Xinping, quien realizó una visita de Estado a Brasilia en 2014.

Para Brasil, esta temporada diplomática representa una oportunidad de retomar la política de alianzas con los emergentes, relegada en los últimos meses debido a la crisis interna atizada por el derechista Partido de la Socialdemocracia Brasileña del ex presidente Fernando Henrique Cardoso. En los últimos días Cardoso viajó a Estados Unidos, donde se reunió con banqueros y recibió a una delegación de la oposición radical venezolana. Luego siguió con su diplomacia paralela concediendo una entrevista al diario Financial Times en la que atacó al gobierno y reiteró acusaciones sobre el escándalo de corrupción en Petrobras. El socialdemócrata desdeña la política petrolera nacionalista de Dilma y recomienda volver a las concesiones en línea con lo planteado por las multinacionales y la prensa financiera global. Mientras el Financial Times criticaba (como es habitual) a Dilma, el diario Estado de S. Paulo informó ayer que otro grupo de accionistas norteamericanos de Petrobras abrió un proceso en Nueva York en el que acusan a los últimos presidentes de la compañía. Esta fue la tercera demanda contra la empresa en Estados Unidos.

Ayer las acciones de la petrolera cayeron más del 6 por ciento, lo cual fue atribuido al alto endeudamiento y las dificultades para obtener financiamiento en el mercado.

Por eso Dilma comentó aliviada el aporte chino de 10.000 millones de dólares con los que podrán solventarse inversiones en los pozos del área conocida como “pre-sal” en aguas ultraprofundas. “Además de reflejar la confianza internacional que posee nuestra empresa, este aporte de 10.000 millones contribuirá a fortalecer las actividades en la zona del pre-sal, donde ya contamos con una expresiva presencia de empresas chinas”, recordó Dilma. Se refería a las dos petroleras asiáticas que en 2013 vencieron, junto a Petrobras y otras dos compañías europeas, la subasta en el magacampo de Libra. Las compañías norteamericanas se retiraron de la disputa por Libra en medio del escándalo por el espionaje de la agencia NSA contra Petrobras.

Página 12

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