10 de noviembre de 2014

Con la capitulación de Puerto Cabello España entregó su último enclave en tierra venezolana


La liberación del territorio venezolano se logró por fases. La primera franja donde se estableció de modo definitivo la República patrio fue la isla de Margarita en 1815. El 10 de noviembre de 1823, hace 191 años, se firmó la capitulación de Puerto Cabello, el último enclave que los españoles poseían dentro del territorio venezolano. Con dicho acto formal, España reconoció el traspaso definitivo de esa plaza, duramente disputada, a la República de la Gran Colombia.

FASES DE LA LIBERACIÓN

La liberación del territorio venezolano se logró por fases. La primera franja donde se estableció de modo definitivo la República patrio fue la isla de Margarita en 1815.

El ciclo de liberación prosiguió con Guayana en 1817, cuando fueron expulsados de Guayana los españoles comandados por Miguel de La Torre. Apure se libraría en jornadas entre 1816 y 1819. El control del Oriente oscilaría por esos años entre patriotas y realistas. Todo el centro del país sería liberado con la Batalla de Carabobo de 1821. El Zulia, el yugo cayó con la Batalla Naval del Lago, en 1822. Puerto Cabello fue el último reducto de los españoles, quienes lo entregaron mediante la Capitulación del 10 de noviembre de 1823, hace hoy 191 años.

OPERACIONES DE SITIO

Para recuperar Puerto Cabello, como en sus mejores tiempos en las llanuras, Páez ejecutó sus operaciones con la mayor habilidad y exploró todas las posibilidades para tomar de una vez por todas el pueblo y la fortaleza que dominaba tan importante plaza.

Para su acometida final de noviembre de 1823, y que culminaría con la entrega bajo capitulación de las fuerzas al mando de Sebastián de la Calzada, el León de la Llanura había dispuesto un ajustado sitio sobre Puerto Cabello, impidiendo a los realistas comunicaciones con el exterior y recepción de suministros. Igualmente ordenó amplios desplazamientos de contingentes patriotas frente a la fortaleza y el Fortín Solano, para hacer creer al enemigo, que el asalto sería de frente y por tierra.

RUTA DE MANGLARES

Días antes de la toma y rendición de Puerto Cabello, Páez supo que sus puestos de avanzada habían capturado a un esclavo negro de nombre Julián, quien por las noches salía del puerto para conocer las posiciones patriotas. El jefe llanero se ganó la buena voluntad del detenido, ofreciéndole la libertad y obsequiándole regalos, bajo compromiso que se le presentase periódicamente, logrando a poco integrarlo al bando republicano. Julián informóle que hacia el área de manglares adyacente al Puerto que da a Borburata existía una ruta -la cual se cubre de agua con la marea alta- que posibilitaba el acceso al interior de Puerto Cabello, siempre que la marea estuviese baja. Como lo cuenta el mismo Páez, organizador de la acción “mandé a tres oficiales…que le acompañaran una noche, y estos volvieron a las dos horas dándome cuenta de que se habían acercado a tierra sin haber perdido pie en el agua”

Tal confirmación decidió al Centauro a tomar el pueblo y la fortaleza por esta vía de los manglares que a todos sorprendería. Por entonces Puerto Cabello era una localidad pequeña y muy protegida, como puerto estratégico de la Corona en el continente suramericano.

LA ESTRATAGEMA

Para ejecutar la toma de la muy resguardada plaza de Puerto Cabello, tanto la franja interior habitada por población civil, como la fortaleza (el hoy Castillo Libertador), Páez emite un ultimátum amenazando “con tomar la plaza en veinticuatro horas”. Calzada respondió a la intimación que “sabrían cumplir con su deber”, descartando rendición.

Así, Páez comprendió que los realistas, en todo caso esperaban ataques por el frente, nunca por el extraño acceso del manglar que daba hacia la playa. Y así dispone que varios centenares de soldados fuesen alineados en posición de ataque frente al cuerpo principal enemigo; igualmente, que otros agrupamientos se colocasen en actitud de acometer las baterías de los distintos puestos de ofensiva realistas, por demás muy pertrechados. Cuenta Páez “Puse 500 hombres durante la noche [del 7 de noviembre de 1823, dos días antes de la firma de la Capitulación], a construir zanjas y torcer el curso del río, para que creyesen los sitiados que yo pensaba únicamente en estrechar y no en asaltar los muros de la plaza” [Autobiografía]. Y ordenó que desde las cinco de la mañana del 8, día del asalto, las baterías republicanas rompieran fuego sin cesar, como parte de la estratagema.

LA TOMA DE PUERTO CABELLO

El héroe del Yagual dice “Me resolví…a entrar en la plaza por la parte del manglar(…)era mi ánimo llamar la atención del enemigo al frente y fatigarlo para que aquella noche [la del 7 de noviembre] lo encontrásemos desapercibido”. Cuatro horas tardó Páez con su infantería en atravesar el manglar por la ruta indicada y con el agua hasta el pecho. “Oíamos a los centinelas admirarse del gran movimiento de ‘peces‘ que aquella noche tenían las aguas agitadas”. El asalto por los manglares, no esperado por los sitiados, se ejecutó con reñido combate ya dentro de la plaza. Los realistas tuvieron 156 víctimas fatales y los patriotas diez. El Castillo cedería cuando, tras la rendición de Calzada, sus oficiales comprendieron la inutilidad de resistir. Además Páez mantuvo sus ofertas de una Capitulación en términos generosos, difícil de ser rechazada. Y, a diferencia de Monteverde y Boves, jefes realistas de otra época, el caudillo republicano cumplió lo concedido.

PARA CONTENER LA SANGRE

“En la plaza de Puerto Cabello, a los diez días del mes de noviembre de 1823…para tratar acerca de la capitulación…ambas partes en fuerza de evitar la efusión de sangre y poner término…a las aflicciones de…soldados, tropa y vecindario que se halla prisionero…de la República(…)hemos propuesto: Art. 2. Que los empleados y comisionados en todos los ramos saldrán…con sus familias, armas, equipos, sirvientes y criados. CONCEDIDO.- Art. 4. Que ningún militar ni empleado sean considerados como prisioneros de guerra. CONCEDIDO.- Art 5. Que unos y otros deban ser trasladados en buques de la Gran Colombia a la isla de Cuba. CONCEDIDO”.

(José Antonio) Páez -Jefe Sitiador / José María Isla (Comandante realista del Castillo) y José María Rodríguez (Comisionado de Guerra de los sitiados)

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