11 de octubre de 2010

El escándalo de los últimos premios Nobel

Por Juan Marrero

Una vez más, los premios Nobel de la Paz y de Literatura han sido otorgados a personajes que han sido instrumentos mediáticos de la derecha internacional.

En el 2010, lo reciben Lio Xiabo, un “disidente” condenado a 11 años de cárcel por subversión para desestabilizar al gobierno de China, y el escritor peruano-español Mario Vargas Llosa, con obras literarias de ficción de excelencia, pero con un comportamiento político y ético muy distante de sus libros y que lo descalifica ante los ojos de los pueblos.

A nadie ya sorprende que los Nobel de la Paz y de Literatura, entregados por una comisión del parlamento de Oslo y por la Academia de Suecia, respectivamente, en cumplimiento del testamento de Alfredo Nobel, se adjudiquen, en no pocas ocasiones, a figuras que puedan servir al gran capital económico y financiero internacional para sus campañas de subversión y desestabilización de países y pueblos que luchan por un mundo de paz y justicia social.

El oportunismo político ha estado presente en los premios otorgados a Lio Xiabo y a Vargas Llosa. Objetivos de los poderosos: 1) Detener la impetuosa marcha de la economía de China, que bajo las banderas del socialismo ha logrado elevar el nivel de vida de un considerable por ciento de sus ya casi de 1 300 millones de habitantes, a la vez que se ha convertido con la irrupción de sus productos y tecnologías en el mercado internacional, así como su apoyo y solidaridad con los países del llamado Tercer Mundo, en un elemento de peligrosidad para los grandes intereses del capitalismo;

2) Detener los aires de independencia e integración en la región de América Latina, impulsados por Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y otros países que han logrado crear mecanismos como la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) o UNASUR, donde emprenden múltiples acciones en campos diferentes para la defensa de la soberanía y conquistas sociales, e incluso van más allá concertando posiciones en cuestiones como detener la guerra nuclear o el cambio climático.

En el fondo, aunque sabemos que jamás los “expertos” que adjudicaron esos galardones lo reconocerán, prevalecieron motivaciones ideológicas y políticas en tales decisiones, al igual que ocurrió el año pasado cuando dieron el Nobel de la Paz al presidente Obama cuando aún mantenía las criminales guerras de Irak y Afganistán, y amenazaba a Irán. O cuando se lo dieron en 1989 al Dalai Lama, otro “disidente”chino, a Andrei Sajarov en 1975, otro “disidente” de la desaparecida Unión Soviética, o a Henry Kissinger en 1973, semanas después del golpe fascista en Chile, del cual fue uno de sus promotores, y cuando aún el ruido de las bombas, las ametralladoras y los fusiles del imperialismo norteamericano estremecían a Viet Nam. Recordemos que esto último resultaba tan escandaloso que junto a Kissinger se otorgó el Nobel de la Paz al dirigente revolucionario vietnamita Le Duc Tho, quien en un digno gesto lo declinó pues aún no había paz en Viet Nam. Entonces solo se habían iniciado las conversaciones de paz en París y las tropas de Estados Unidos seguían destruyendo y causando dolor en Viet Nam.

Lo de Vargas Llosa no tiene parangón. Cierto es el innegable talento demostrado en sus novelas, pero sus posiciones políticas y criterios muchas veces agresivos y ofensivos sobre lo que acontece en América Latina o sobre aquellos que están al frente de las luchas por hacer realidad las más caras aspiraciones de sus pueblos, llevan a que una mayoría no pueda compartir el Nobel de Literatura que se le ha adjudicado.

En las páginas de El País, en conferencias de intelectuales, en su aula de la Universidad norteamericana de Princeton, Vargas Llosa arremete periódicamente contra Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y contra sus dirigentes. Emplea los vocablos más groseros contra ellos. Construye frases para intentar ridiculizarlos. A Chávez, por ejemplo, lo llamó recientemente “comandante de marras, con voz tonitronante” y “dinosaurio”. De Evo y Correa ha dicho que forman parte de “una izquierda reaccionaria, troglodita”. Cuando habla de esos cuatro países los califica de “dictaduras”. En fin, usa el mismo lenguaje de los Bush, los Aznar y otros políticos de ultraderecha que están cegados por el odio y la venganza, y de cuyos labios solo brotan palabras y frases huecas e insensatas.

No en balde, desde hace muchos años, el literato Vargas Llosa es halagado y arropado por las derechas. Las del Imperio y las de Europa. Se sabe que entre sus amistades predilectas figura Aznar, y también aquellos que se encargan de promoverlo, elogiarlo, editarlo, premiarlo y traducirlo como a pocos escritores en el mundo. Ahora, como es Premio Nobel de Literatura, lo harán mucho más. Y demandarán, por supuesto, de Vargas Llosa que opine mucho más en los medios de comunicación sobre lo que conviene al neoliberalismo, a las transnacionales, al capitalismo, al Imperio… y que intensifique sus ataques a las posiciones y actitudes de la izquierda.

Aun no ha recibido el dinero del Nobel de Literatura, lo que será en diciembre, y ya Vargas Llosa empezó a hablar. Una de sus primeras declaraciones fue para saludar el Premio Nobel de la Paz al “disidente” chino, y, como era de esperar, atacar al gobierno de China. “Muchas veces -dijo-se olvida que China como esta alcanzando éxitos económicos extraordinarios sigue siendo una dictadura”.

Tal es la catadura moral de este escritor. Hace 26 años un prestigioso poeta y ensayista latinoamericano, el uruguayo Mario Benedetti, desenmascaró y desnudó por completo a Mario Vargas Llosa, luego que éste en una entrevista a una publicación italiana atacó a la mayoría de los intelectuales latinoamericanos, a los que acusó de “corruptos” e incapaces de hacer algo que él hizo con relación a los gobiernos de izquierda, y en particular la Revolución Cubana, al dejar de sentirse “zombi, robot, instrumento”.

Recomiendo que se busque en Internet esa respuesta de Benedetti, titulada “Ni corruptos ni contentos…” Lo que escribió Benedetti es insuperable para poder caracterizar al flamante Nobel de Literatura, reconociendo por supuesto su talento literario y sus deslices y miserias como ser humano. En varios sitios de Internet está aún lo escrito por Benedetti. Les ofrezco uno de ellos

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