El primo del presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, preso en México por lavado de dinero, “hacía pasar mensualmente decenas de millones de dólares provenientes de la droga a través del mayor aeropuerto de Panamá”, informó The New York Times, basado en cables diplomáticos secretos divulgados por Wikileaks.
Ramón Martinelli Corro guarda prisión desde noviembre del año pasado luego de ser detenido en México, de acuerdo a autoridades judiciales de ese país, por formar parte de una banda de lavadores de dinero producto del cartel del narcotráfico de los hermanos Beltrán Leiva.
Medios de prensa panameños aseguraron que Martinelli Corro trabajó para los Beltrán Leiva desde 1999 cuando pertenecía al Parlamento Centroamericano (Parlacen), y poseía inmunidad parlamentaria.
“Un cable aseguraba que el primo de Martinelli hacía pasar mensualmente decenas de millones de dólares provenientes de la droga a través del mayor aeropuerto de Panamá”, afirmó el Times. “No hay ninguna razón para creer que habrá menos corrupción en este gobierno que en cualquier gobierno pasado”, añadió, según los cables secretos enviados por la Embajada de Estados Unidos en Panamá.
Junto a dictadores africanos El influyente diario estadounidense publicó un extenso reportaje sobre las presiones que ha sufrido la DEA por parte de gobiernos con vínculo con el narcotráfico. Junto a la de Martinelli el Times publicó las fotografías de los dictadores corruptos de Sierra Leona y Guinea.
“En Panamá, un mensaje urgente desde la BlackBerry del presidente Martinelli le exigía a la embajadora estadounidense que la DEA espiase a sus enemigos políticos. Necesito ayuda para pinchar teléfonos, decía”, añadió el diario neoyorquino.
Señaló que “la DEA enfrentó presiones más intensas el año pasado en Panamá, donde el presidente derechista, Ricardo Martinelli, exigió a la agencia que le permitiera el uso de su programa de escuchas telefónicas -conocido como Matador- para espiar a sus enemigos de izquierda, que según él estaban conspirando para asesinarlo”.
Según los cables, a Estados Unidos le preocupaba que Martinelli “no hiciera distinción entre objetivos de seguridad legítimos y enemigos políticos”, y se negó, lo que generó tensiones que duraron varios meses. Martinelli, que según los cables tiene “inclinación por la prepotencia y el chantaje”, devolvió el golpe con un proyecto de ley que hubiera puesto fin a las actividades de la DEA con fuerzas especialmente entrenadas, publicó el Times.
Y cuando Estados Unidos logró frenar también esos intentos -trasladando el sistema Matador a las oficinas de la Procurador General, políticamente independiente-, Martinelli amenazó con expulsar a la agencia de Panamá, al asegurar que otros países, como Israel, estarían muy contentos de cumplir con sus pedidos, informó el diario.
Vínculos con Israel
En la actualidad el gobierno de Martinelli está más cerca de Israel que nunca. Votó a su favor por primera vez en la historia en las Naciones Unidas (ONU), realizó una escandalosa visita a Israel, convirtiéndose en el primero en hacerlo en los últimos 24 años, y personal entrenado de ese país forma parte del equipo que le brinda seguridad al mandatario.
Según el periódico oficiales estadounidenses informaron que el programa de inteligencia fue descontinuado y que Gran Bretaña asumió esas tareas.
El Times reportó que “según los cables, los diplomáticos estadounidenses empezaron a dudar de las motivaciones de Martinelli. ¿Realmente quería que la DEA desbaratara un complot o estaba tratando de impedir que la agencia se enterara de la corrupción reinante entre sus familiares y allegados?”.
Fuentes estadounidenses y panameñas revelaron en mayo pasado a Elpais.cr la preocupación de que el dinero del narcotráfico fuera lavado en la cadena de supermercados y una Fundación del actual mandatario.
El desmantelamiento del sistema judicial con la destitución de Ana Matilde Gómez, al frente de la Procuraduría General de la Nación, y la colocación en su reemplazo de Guiseppe Bonissi, miembro del partido oficialista, resultó escandaloso para Washington.
Martinelli también nombró en la Corte Suprema de Justicia a dos magistrados de dudosa reputación. Uno de los cuales, Abel Almengor, según fuentes judiciales, abortó la captura de Martinelli Corro en Panamá, para evitar que se conocieran las empresas en las que lavaba el dinero del narcotráfico.
Almengor es citado en los cables diplomáticos de Wikileaks como interesado en el espionaje telefónico propuesto por Martinelli.
Bonissi y el narcotráfico
Bonissi acaba de ser despedido en medio de un escándalo de narcotráfico y Martinelli pretende sustituirlo por Lucía Chandeck Cummings, asesora legal de la Presidencia y prima de Jorge Álvarez Cummings, miembro de la banda de panameños capturados en México junto con Martinelli Corro.
El diario español El País publicó el sábado otro enfoque de las mismas revelaciones del Times, basado en cables secretos divulgados por Wikileaks y firmados por la ex embajadora de Estados Unidos en Panamá, Barbara Stephenson.
“La diplomática expresa su estupor ante la pretensión del mandatario de utilizar la infraestructura de la DEA para combatir la inseguridad y espiar a sus rivales políticos”, informó El País.
Añadió que en el cable, Stephenson emite unos juicios muy severos sobre Martinelli. “Su tendencia al acoso y al chantaje puede haberle llevado al estrellato en el mundo de los supermercados, pero es poco propio de un estadista”, advirtió.
Papadimitriu artífice de espionaje
El País reportó que nada más recibir el primer mensaje del presidente panameño, Stephenson mandó a dos funcionarios de la embajada estadounidense para recabar información. Se trataba, les explicó el ministro panameño de la Presidencia, Demetrio Papadimitriu, de que Washington les ayudara a establecer un sistema de escuchas telefónicas para protegerse de “individuos” amenazados por la lucha gubernamental contra la corrupción o de potenciales maniobras desestabilizadoras por parte de “gobiernos izquierdistas de la región”.
Los funcionarios estadounidenses fueron claros: el programa de escuchas telefónicas que la DEA estaba destinado al narcotráfico y siempre con autorización judicial. Estados Unidos, dijeron, no ampliaría el programa “para incluir objetivos políticos”, detalló El País.
La preocupación de la embajadora estadounidense ante las pretensiones presidenciales se trastocó en alarma al hablar directamente con Martinelli. “No hizo distinción entre objetivos legítimos de seguridad y enemigos políticos”, señaló Stephenson. Cuando la diplomática le recuerdó que las actividades de la DEA beneficiaban a Panamá, “Martinelli hizo una amenaza implícita de reducir la cooperación antinarcóticos si EE UU no le ayudaba con las escuchas”. La advertencia de Stephenson sobre las consecuencias de su postura le hizo recular.
Obsesionado con opositores
“Un presidente solo tiene sus cien primeros días una vez, y Martinelli los gasta en su obsesión por vengarse de sus adversarios políticos”, opinó Stephenson describiendo la situación política de Panamá.
Martinelli “tiene una actitud infantil” al creer que “las escuchas son la solución para todos los problemas de criminalidad”, expresó la embajadora, que constató con preocupación que el presidente “intentará establecer su propio programa de escuchas bajo la cobertura de la DEA”.
“Martinelli se presentó como candidato pro EE UU y ahora asume que tenemos una deuda con él como contrapeso de Hugo Chávez en la región”, comentó en su cable secreto Stephenson. “Nuestro reto es convencerle de que los años 80 quedaron atrás en Centroamérica”.
Las reacciones del gobierno se conocieron este lunes a través de Papadimitriu, uno de los ministros mencionados en los cables diplomáticos, y el ministro de Turismo, Salomón Shamah.
Este último planteó que los informes de Stephenson se sustentaban en que “le agarró rabia” a Martinelli, porque no le permitió imponer su criterio.
Shamah, a quien el DAS colombiano abrió un expediente por tráfico de armas, aseguró, que la manera “despectiva” e “irrespetuosa” en la que la ex embajadora se refirió al presidente panameño demuestra que había una animadversión en su contra.
Shamah aseguró que Stephenson no estaba de acuerdo con la designación de Gustavo Pérez al frente de la Policía Nacional, pero Martinelli le dijo que eso era una decisión del Ejecutivo.
Papadimitrui, vinculado a los sectores más derechistas del Partido Republicano, dijo que los diplomáticos estadounidenses en Panamá dieron una “mala interpretación” a su solicitud de equipos de escuchas telefónicas, y reconoció que existían “serias diferencias” entre el Martinelli y Stephenson.
Anticipan más secretos
“En ningún momento se le pidió a Stephenson que nos prestara las máquinas para pinchar los teléfonos de opositores políticos, eso es completamente falso”, señaló Papadimitriu, quien reveló que de los 900 cables diplomáticos sobre Panamá filtrados por Wikileaks, 100 corresponden al período del gobierno de Martinelli.
“Algunos son secretos de Estado. El gobierno no contestará ninguno de los que sea publicado”, afirmó.
Insistió en que la diplomática dio una “mala interpretación” a la solicitud de Martinelli siguiendo el guión ya ensayado por el gobierno desde el fin de semana.
“No se trata de una mala interpretación de Estados Unidos a su petición, como pretende hacernos creer la Presidencia. La justificación dada es un vulgar insulto a nuestra inteligencia, y su petición de espionaje, un irrespeto a la Constitución”, expresó La Prensa en un editorial.
Por su parte, Panamá América, opinó que “pinchar un teléfono de cualquier ciudadano sin una orden judicial es una violación lisa y llana a la letra de la Constitución Política. Es, además, la violación más elemental de la privacidad de las personas.
Las recientes revelaciones de WikiLeaks confirmaron que las relaciones entre Martinelli y Stephenson pendían de un hilo, comentó este lunes el diario La Estrella.
Martinelli y Stephenson: peleas a gritos
Añadió que, incluso, algunas fuentes oficiales confirmaron que entre el presidente Martinelli y Stephenson no había química. De hecho -aseguran las fuentes- muchas de las reuniones, de las cuatro que se dieron en la Presidencia de la República, entre Martinelli y Stephenson terminaron en gritos, y que incluso la salida prematura de la diplomática pudo deberse a estas fricciones.
Desde mediados de año y tras la visita de varios funcionarios de Barack Obama a Panamá, empezaron a correr los rumores de que “Martinelli no era bien visto por los gringos”. A pesar de que fue en la casa de la embajadora Stephenson donde selló la alianza con el Partido Panameñista, pacto que lo llevó al triunfo electoral en el 2009, algunos sectores políticos aseguraban que el estilo del Presidente ya no era del agrado del tío Sam, afirmó La Estrella.
Senadores, congresistas y funcionarios de alto nivel del gobierno de Obama han desfilado por el Palacio Presidencial panameño desde que Martinelli asumió el poder. Una de las más importantes fue la del secretario de Estado adjunto para el Hemisferio Occidental, Arturo Valenzuela, quien expresó su preocupación por los altos índices de criminalidad en el país.
Sin embargo, otros informes daban cuenta de que en el encuentro entre Martinelli y el vicepresidente Juan Carlos Varela, Valenzuela también habló sobre el control que ha tomado el Ejecutivo sobre otros órganos del Estado y los estamentos de seguridad, afectando la capacidad de estas instituciones en su lucha contra el narcotráfico. Aunado a ello, Valenzuela puso de manifiesto su recelo por el debilitamiento de los partidos políticos.
La llegada en septiembre de la nueva embajadora estadounidense Phyllis Powers suponía una leve mejoría en las relaciones entre ambos países, pero sus reuniones con los principales líderes de oposición volvieron a poner en el tapete el tema sobre las tensas relaciones, opinó el diario panameño.
29 de diciembre de 2010
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