Por: Roberto Malaver
Fecha de publicación: 09/01/11
Cuando Earle Herrera le dijo al diputado Marquina que le había quitado la curul a John Goicoechea, no imaginó nunca la broma que le estaba echando. A partir de ese momento, María Corina Machado, quien estaba detrás de Marquina, comenzó a llamarlo diputado Goicoechea.
Y la guachafita con Marquina siguió después de terminada la sesión. Dicen que más tarde, éste recibió una llamada desde París. Era Ramos Allup, también muriéndose de la risa, le dijo: “Tú si eres pendejo, mira que dejarte joder con un intelectual, ¿es verdad que todos te llaman diputado Goicoechea?” Sin ninguna pena, y mucho menos sin ninguna gloria, Marquina salió del hemiciclo buscando la manera más rápida de llegar a un restaurante en el este para celebrar sus palabras como diputado. Mientras, el diputado Gómez Sigala conversaba con William Dávila y le decía que “ahora no nos van a callar, ahora estos comunistas se van a enterar quién es Gómez Sígala”. “Eso lo sabe toda Venezuela, amigo”, le contestó Dávila.
Al llegar a la AN, los diputados de la oposición buscaban gente para saludarla y abrazarla, y como no encontraban, saludaron a los guardias nacionales que estaban custodiando la entrada a la AN, María Corina Machado le cayó a besos a todos los guardias nacionales que en perfecta formación custodiaban la AN. Uno de ellos la abrazó fuertemente y María Corina Machado dejó de repartir besos. Después, cuando estaba dentro del hemiciclo, comenzó a tomar fotos “para ponerlas en mi Facebook y enviarlas por mi Twitter para que mis amigos y amigas en Estados Unidos vean que es verdad, que ahora los represento aquí en la AN”.
Andrés Velásquez se había anotado para pedir la palabra pero le dijeron que ya estaba lleno el cupo; entonces el diputado Stalin González le dijo: “Siéntese, compañero Velásquez”. “Estoy sentado”, contestó Velásquez. Y más allá, el diputado Richard Blanco, Blanco de todas las críticas porque propuso a Mazuco como segundo vicepresidente de la AN, se tomaba un café que le habían llevado para que pasara el sofoco. Una de las personas de la oposición que estaba como público en la AN, le dijo: “Mire, diputado, yo tengo un hermano preso en Tocuyito, ¿usted no lo puede proponer como segundo vicepresidente?”. Blanco lo vio con rabia y estuvo a punto de lanzarle el vaso de café encima, pero se aguantó.
Enrique Mendoza veía la sesión en silencio. Veía a Julio Borges y sonreía. Entonces se decidió y preguntó “¿Yo puedo cerrar la sesión?”. “Tú puedes hacer lo que te dé la gana, compañero, porque tú aquí tienes poder”, le dijo Julio Borges. “Yo quiero que me expliquen por qué Acción Democrática tiene 23 diputados, si fue el partido de la oposición que menos votos sacó. Ese Ramos Allup nos echó una vaina”, decía Mendoza. Y cuando Marquina salía apurado para tomar un taxi rumbo al este, se escuchó un grito en la Plaza Bolívar; “El diputado Goicoechea se escapa”. Y Marquina subió al taxi y le dijo al taxista: “Púyasela, amigo, que quiero escaparme de aquí”. Y el taxista le dijo: “Como usted, ordene, diputado Goicoechea”.
robertomalaver@cantv.net
9 de enero de 2011
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