31 de enero de 2011

La grave crisis alimentaria

Hace solo 11 días, el 19 de enero, bajo el título de “Es hora ya de hacer algo”, escribí:

“Lo peor es que en gran parte las soluciones dependerán de los países más ricos y desarrollados, quienes llegarán a una situación que realmente no están en condiciones de enfrentar sin que se les derrumbe el mundo que han estado tratando de moldear…

“No hablo ya de guerras, cuyos riesgos y consecuencias han transmitido personas sabias y brillantes, incluidas muchas norteamericanas.


“Me refiero a la crisis de los alimentos originada por hechos económicos y cambios climáticos que aparentemente son ya irreversibles como consecuencia de la acción del hombre, pero que de todas formas la mente humana está en el deber de enfrentar apresuradamente. “Los problemas han tomado cuerpo ahora de súbito, a través de fenómenos que se están repitiendo en todos los continentes: calores, incendios de bosques, pérdidas de cosechas en Rusia [...] cambio climático en China [...] pérdidas progresivas de las reservas de agua en el Himalaya, que amenazan India, China, Pakistán y otros países; lluvias excesivas en Australia, que inundaron casi un millón de kilómetros cuadrados; olas de frío insólitas y extemporáneas en Europa [...] sequías en Canadá; olas inusuales de frío en ese país y en Estados Unidos…”

Mencioné igualmente las lluvias sin precedentes en Colombia, Venezuela y Brasil.

Informé en aquella Reflexión que “Las producciones de trigo, soya, maíz, arroz, y otros numerosos cereales y leguminosas, que constituyen la base alimenticia del mundo -cuya población asciende hoy, según cálculos a casi 6 900 millones de habitantes, ya se acerca a la cifra inédita de 7 mil millones, y donde más de mil millones sufren hambre y desnutrición- están siendo afectadas seriamente por los cambios climáticos, creando un gravísimo problema en el mundo.”

El sábado 29 de enero el boletín diario que recibo con noticias de Internet, reprodujo un artículo de Lester R. Brown publicado en el sitio web Vía Orgánica, fechado el 10 de enero, cuyo contenido, a mi juicio, debe ser ampliamente divulgado.

Su autor es el más prestigioso y laureado ecologista norteamericano, quien ha venido advirtiendo el efecto dañino del creciente y cuantioso volumen de CO2 que se viene lanzando a la atmósfera. De su bien fundamentado artículo, tomaré solo párrafos que explican de forma coherente sus puntos de vista.

“Al comenzar el nuevo año, el precio del trigo alcanza niveles sin precedentes…

“…la población mundial, casi se ha duplicado desde 1970, aún seguimos creciendo a un ritmo de 80 000 000 de personas cada año. Esta noche, habrá 219 000 bocas más que alimentar en la mesa y muchas de ellas se encontrarán con los platos vacíos. Otras 219 000 se sumarán a nosotros mañana por la noche. En algún momento este crecimiento incesante comienza a ser demasiado para las capacidades de los agricultores y los límites de los recursos terrestres e hídricos del planeta.

“El aumento en el consumo de carne, leche y huevos en los países en desarrollo que crecen rápido no tiene precedentes.

“En los Estados Unidos, donde se cosecharon 416 000 000 de toneladas de granos en 2009, 119 000 000 de toneladas se enviaron a las destilerías de etanol a fin de producir combustible para los automóviles. Eso bastaría para alimentar a 350 000 000 de personas al año. La enorme inversión de los Estados Unidos en las destilerías de etanol crea las condiciones para la competencia directa entre los automóviles y las personas por la cosecha de granos mundial. En Europa, donde buena parte del parque automotor se mueve con combustible diesel, existe una demanda creciente de combustible diesel producido a partir de plantas, sobre todo a partir del aceite de colza y de palma. Esta demanda de cultivos portadores de aceite no solo reduce la superficie disponible para producir cultivos alimentarios en Europa, sino que también acelera el desbroce de los bosques tropicales en Indonesia y Malasia a favor de las plantaciones productoras de aceite de palma.

“…el crecimiento anual del consumo de granos en el mundo desde un promedio de 21 000 000 de toneladas anuales en el período de 1990 a 2005 ascendió hasta 41 000 000 de toneladas al año en el período 2005 a 2010. La mayor parte de este salto enorme puede atribuirse a la orgía de inversiones en destilerías de etanol en los Estados Unidos entre 2006 y 2008.

“Al propio tiempo que se duplicaba la demanda anual de crecimiento de granos, surgían nuevas limitaciones por el lado de la oferta, inclusive cuando se intensificaban aquellas de larga data como la erosión de los suelos. Se calcula que la tercera parte de las tierras cultivables del mundo pierden la capa vegetal más rápido que el tiempo que se necesita para la formación del suelo nuevo a través de los procesos naturales, perdiéndose así su productividad inherente. Están en el proceso de formación dos grandes masas de polvo. Una se extiende por el noroeste de China, el oeste de Mongolia y el Asia Central; la otra se ubica en el África Central. Cada una de ellas es mucho mayor que la masa de polvo que afectó a los Estados Unidos en el decenio de 1930.

“Las imágenes de satélite muestran un flujo constante de tormentas de polvo que parten de estas regiones y generalmente cada una de ellas transporta millones de toneladas de capa vegetal valiosa.

“Mientras tanto, el agotamiento de los acuíferos reduce rápidamente la extensión de las áreas irrigadas de muchas partes del mundo: este fenómeno relativamente reciente es propiciado por el empleo a gran escala de las bombas mecánicas para extraer el agua subterránea. En la actualidad, la mitad de la población del mundo vive en países donde los niveles freáticos descienden a medida que el bombeo excesivo agota los acuíferos. Una vez que se agota un acuífero hay que reducir necesariamente el bombeo según el ritmo de reposición si no se quiere que se convierta en un acuífero fósil (no renovable), en cuyo caso el bombeo cesará totalmente. Pero más tarde o más temprano los niveles freáticos descendentes se traducen en una elevación de los precios de los alimentos.

“Las extensiones irrigadas disminuyen en el Oriente Medio, sobre todo en Arabia Saudita, Siria, Iraq y posiblemente Yemen. En Arabia Saudita, que dependía totalmente de un acuífero fósil hoy agotado para su autosuficiencia en cuanto al trigo, la producción experimenta una caída libre. Entre 2007 y 2010, la producción de trigo saudita descendió en más de dos tercios.

“El Medio Oriente árabe es la región geográfica donde las escaseces de agua crecientes provocan la mayor reducción de la cosecha de granos. Pero los déficit de agua realmente elevados están en la India donde según las cifras del Banco Mundial hay 175 000 000 de personas que se alimentan de granos producidos mediante el bombeo excesivo [...] En los Estados Unidos, el otro gran productor de granos del mundo, se reduce el área irrigada en estados agrícolas fundamentales como California y Texas.

“El ascenso de la temperatura también hace que resulte más difícil aumentar la cosecha mundial de granos con la rapidez suficiente para ir a la par del ritmo sin precedentes de la demanda. Los ecologistas que se ocupan de los cultivos tienen su propia regla generalmente aceptada: por cada elevación de un grado Celsio en la temperatura por encima del nivel óptimo durante la temporada de crecimiento cabe esperar un descenso del 10% en el rendimiento de los granos.

“Otra tendencia emergente que amenaza a la seguridad alimentaria es el derretimiento de los glaciares de montañas. Esto es especialmente preocupante en los Himalayas y la meseta del Tibet, donde el hielo que se derrite procedente de los glaciares alimenta no solo a los grandes ríos de Asia durante la estación seca como el Indo, el Ganges, el Mekong, el Yangtzé y el Amarillo sino también los sistemas de regadío que dependen de estos ríos. Sin este derretimiento de los hielos la cosecha de granos experimentaría una gran caída y los precios ascenderían proporcionalmente.

“Por último, y a largo plazo, los casquetes de hielo que se derriten en Groenlandia y el oeste de la Antártica, unido a la expansión térmica de los océanos, amenaza con elevar el nivel del mar hasta seis pies durante este siglo. Incluso una elevación de tres pies provocaría la inundación de las tierras arroceras de Bangladesh. También dejaría bajo agua a buena parte del Delta del Mekong, donde se produce la mitad del arroz de Viet Nam, el segundo exportador de arroz del mundo. En total, hay aproximadamente 19 deltas fluviales productores de arroz en Asia donde las cosechas se reducirían considerablemente a causa de la elevación del nivel del mar.

“La inquietud de estas últimas semanas es sólo el principio. Ya no se trata de un conflicto entre grandes potencias fuertemente armadas sino más bien de mayores escaseces de alimentos y precios ascendentes de los productos alimentarios (y del trastorno político a que esto conduciría) que amenazan a nuestro futuro mundial. A no ser que los gobiernos procedan pronto a revisar las cuestiones de seguridad y desvíen los gastos de usos militares hacia la mitigación del cambio climático, la eficiencia hídrica, la conservación de los suelos y la estabilización demográfica, según toda probabilidad el mundo enfrentará un futuro de más inestabilidad climática y volatilidad de los precios de los alimentos. Si se siguen haciendo las cosas como hasta ahora, los precios de los alimentos solo tenderán a subir.”

El orden mundial existente lo impuso Estados Unidos al final de la Segunda Guerra Mundial, y reservó para sí todos los privilegios.

Obama no tiene forma de administrar la olla de grillos que han creado. Hace unos días se derrumbó el gobierno de Túnez, donde Estados Unidos había impuesto el neoliberalismo y estaba feliz de su proeza política. La palabra democracia había desaparecido del escenario. Es increíble cómo ahora, cuando el pueblo explotado derrama su sangre y asalta las tiendas, Washington expresa su felicidad por el derrumbe. Nadie ignora que Estados Unidos convirtió a Egipto en su aliado principal dentro del mundo árabe. Un gran portaaviones y un submarino nuclear, escoltados por naves de guerra norteamericanas e israelitas, cruzaron por el Canal de Suez hacia el Golfo Pérsico hace varios meses, sin que la prensa internacional tuviera acceso a lo que allí ocurría. Fue el país árabe que más suministros de armamentos recibió. Millones de jóvenes egipcios padecen el desempleo y la escasez de alimentos provocada en la economía mundial, y Washington afirma que los apoya. Su maquiavelismo consiste en que mientras suministraba armas al gobierno egipcio, la USAID suministraba fondos a la oposición. ¿Podrá Estados Unidos detener la ola revolucionaria que sacude al Tercer Mundo?

La famosa reunión de Davos que acaba de concluir se convirtió en una Torre de Babel, y los estados europeos más ricos encabezados por Alemania, Gran Bretaña y Francia, solo coinciden en sus desacuerdos con Estados Unidos.

Pero no hay que inquietarse en lo más mínimo; la Secretaria de Estado prometió una vez más que Estados Unidos ayudaría a la reconstrucción de Haití.



Fidel Castro Ruz

Enero 30 de 2011

6 y 23 p.m.

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