30 de junio de 2012

Cultura El teatro que revoluciona conciencias está más vivo que nunca


El teatro en nuestro país ha vivido diversos momentos a lo largo de su historia. En un principio la actividad era hecha en la calle, y los artistas bohemios del primer teatro venezolano rodaban de forma itinerante en carretas, por todo el país. Es en el mandato de Antonio Guzmán Blanco cuando se comienza a construir espacios afrancesados para que los cultores venezolanos comenzaran a utilizar las edificaciones para sus presentaciones. Los Teatros de la época, como nuestro Teatro Nacional o el Municipal, son ejemplos de tal iniciativa, se puede evidenciar en su diseño y construcción elementos de la arquitectura europea de la época.

Así como se construyeron esos teatros, así también se manejó el arte, era la bella época del teatro, la publicidad como arte, Toulusse Lautrec, y el show en la tarima. Grandes musicales, pomposos vestuarios, que convertían a Francia en la cuna del Glamuroso Teatro.

La llegada de la Radio y la Televisión desplazaron a las tablas, el teatro dejó de ser el sitio donde el venezolano, en especial el caraqueño, iba a encontrarse y entretenerse.

Los Gobiernos después de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez no se preocuparon en lo más mínimo por fomentar el teatro profesional, y el arte de la escena pasó a recluirse en dos espacios para no morir, el primero en la empresa privada, y el segundo en los colegios.

El de la empresa privada, ese que se hacía con los dientes y las uñas, pidiendo limosna entre los privados para tratar de montarse, mantuvo algo de la esencia del teatro afrancesado que embebió a los venezolanos.

Aún hoy, ese tipo de teatro recurre al Show, al espectáculo glamuroso y costoso, de figuras reconocidas y gastos astronómicos. Es un teatro meloso, edulcorado en cualquiera de sus géneros, ese teatro es el exclusivo, excluyente para el público que puede acceder a él, está diseñado para las elites culturales.

En Caracas, y algunas ciudades quedan reductos privados de esta evolución del teatro, que pese a su exclusión y a que la mayoría de las piezas que exhibe van en contra del proceso social que vive el país, el Gobierno Bolivariano no censura, sino más bien permite.

La esperanza

Evidentemente en este teatro selecto no puede estar el futuro de las artes desde la visión revolucionaria, porque ese teatro de elite no cumple con una función principal de las artes escénicas, que es transformar el pensamiento del público.

El teatro de espectáculo, que se concibe desde el Show no aporta nada, o muy poco, a la formación ideológica y crítica del ciudadano. Entonces la opción que queda es aquella otra en la que se refugió el teatro durante la Cuarta, la escolar.

Los grupos escolares de las décadas de los 60, 70, 80 y 90 han formado en el país un gran grupo de actores, excelentes directores y guionistas de teatro, que hoy son los que dan la talla y han conformado grupos y colectivos importantes. Es allí donde vive el verdadero teatro, aquel que sirve para revolucionar la vida.

Los grandes medios de comunicación, y los programas de espectáculos nunca los han tomado en cuenta, porque en ellos no está la concepción edulcorada, sus obras no son copias extranjeras, ni montajes espectaculares, más bien se empeñan en hacer un teatro de raíz, buscando en el pasado y origen de las tablas venezolanas aquello que hacía del teatro, el principal entretenimiento del venezolano.

Fue Bolívar un amante del teatro, al igual que Miranda y el círculo de amigos patriotas, pero de ese teatro que escenificaba para criticar a la sociedad, para crear espíritus liberadores.

Es en ese teatro, que se nutre el de los grupos que hoy vemos presentándose de forma gratuita en el centro de Caracas, en los barrios, en las plazas.


Aquellos que dicen que en Venezuela el teatro está muerto, es porque miran al hecho para las elites, que no ha cambiado su guión desde hace décadas, y sigue viendo más el dinero de las entradas que el valor de sus piezas.

El verdadero teatro, ese que es crítico, entretenido, que hace reflexionar, está más vivo que nunca, llegando a nuestros hijos en sus escuelas, a los vecinos, y hoy más que nunca, gracias a la red de cultores, a la Universidad Nacional de las Artes, al Ministerio del Poder Popular para la Cultura, y a los promotores culturales y colectivos, es un teatro vigoroso.

Fuente: Venezuela de Verdad/Shauki Expósito

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