“Nosotros aquí llevamos años persiguiendo campesinos, mientras el Gringo allá metiendo varillo”, reconoció por fin el presidente JM Santos, el pasado 6 de diciembre en el llamado parlamento colombiano, pero sobre todo y como gesto de gran simbolismo ideológico para los colombianos, frente al representante de la otra muela de la tenaza para la recomposición del régimen y su mejor aliado actual (ya que con Uribe Vélez no hubo arreglo) el inquisidor Ordoñez, recientemente elegido de una terna corrupta de uno, y quien molesto por un puente dental mal hecho por algún tegua baratero de Bucaramanga, dubitativo parece estar diciendo, “esto es sólo de dientes para afuera”. No es una gran sorpresa que JM Santos hubiera aceptado “que el agua mojaba”, tanto tiempo después de que el Departamento de Estado hubo aceptado su fracaso mundial frente a la “War on Drugs” o guerra contra las drogas; emprendida a sangre y fuego contra los pueblos de la Patria Grande, especialmente el colombiano, contra el que se ensañó con todas sus armas ideológicas, militares, tecnológicas, químicas y periodísticas posibles, produciéndole, con su famoso Plan Colombia y demás planes militares derivados para exterminar unos cuantos campesinos resistentes, una verdadera catástrofe humana todavía no calculada en todo su tamaño; no sólo por el Terrorismo de Estado patrocinado por sus multinacionales bananeras, mineras y elaborado en las 9 nueve bases militares del US Army en Colombia, sino por el linchamiento moral del que hemos sido victimas todos los colombianos, quienes impotentes fuimos convertidos ante la faz del mundo en mafiosos, criminales o, en narco-terroristas y, la pobre Colombia en un país rufián.
Lo sorprendente, además de su lenguaje fullero de tahúr de garito de barrio, empleando en el pulcro y honesto parlamento colombiano, la jeringonza paisa y llamando eufemísticamente a sus eternos e irrestrictos aliados del gobierno de los EEUU, con el despectivo y populachero nombre de “gringos”, así como “ the drugs” con el feo colombianismo de “varillo”; habiendo términos más sugestivos y elegantes para un “gentleman” con su distinguida audiencia, como amigos norteamericanos, nieve a las neuronas, golpe a la Psiquis, o simplemente bazucazo al cerebro; lo sorprendente, repito, es la ambivalencia y la incertidumbre con que está impregnando toda su política de gobierno para tratar de remontar o superar el pesimismo generalizado frente a su gobierno y que se ha apoderado de los colombianos: Esa mezcla peligrosa de “ponzoña con dulzura” que Vicente Fernández le reprochaba a los besos de la Araña, y la diplomacia del Departamento de Estado con más empirismo, ha llamado desde siempre, el uso adecuadamente combinado de “zanahoria con garrote”.
Un día (para complacer a Uribe Vélez) JM Santos amenaza con todos los juguetes de que dispone al presidente de Nicaragua Ortega y al otro, le ofrece un dialogo amistoso con grandes pactos de beneficio mutuo. Otro, para complacer la tribuna mediática nombra públicamente a una ex magistrada liberal-conservadora en la terna para la elección de Procurador, para luego abandonarla, porque sus pactos privados y electoreros para su reeleción, están con el inquisidor Ordoñez.
Y, en el asunto de las conversaciones que se desarrollan en La Habana, para construir una duradera confianza negociadora; un día consintiendo a la diplomacia extranjera anunciar con gran estruendo mediático concesiones y avances muy positivos en el camino de la paz; mientras en el selecto parlamento colombiano hace aprobar (contra viento y marea) el Fuero Militar, o su adlátere el ministro de guerra Pinzón, todos los días lanza una poderosa bocanada de candela con combates simulados de rompimientos de la tregua unilateral decretada por la Insurgencia de las Farc, montajes periodísticos sobre misiles térmicos de Afganistán que llegaron a Colombia, no se sabe cómo ni cuándo, no se alteran en la selva amazónica y para los cuales está preparándose comprando nuevas armas, o simplemente, porque no tiene más, inspirado en el lema de gobierno de Chile por la Razón o la Fuerza, amenaza de que si por la razón suya no se logra la paz de Santos, él tendrá la fuerza para imponer ambas: la razón y la paz.
Leyendo el triste articulo del profesor Alfredo Molano sobre su viaje a EEUU, aparecido en su columna (El Espectador 10.12.2012) a cualquiera le puede surgir la pregunta: ¿ Será que todo este doble discurso no es de J M Santos, sino que viene churretiado desde más arriba?
Lo sorprendente, además de su lenguaje fullero de tahúr de garito de barrio, empleando en el pulcro y honesto parlamento colombiano, la jeringonza paisa y llamando eufemísticamente a sus eternos e irrestrictos aliados del gobierno de los EEUU, con el despectivo y populachero nombre de “gringos”, así como “ the drugs” con el feo colombianismo de “varillo”; habiendo términos más sugestivos y elegantes para un “gentleman” con su distinguida audiencia, como amigos norteamericanos, nieve a las neuronas, golpe a la Psiquis, o simplemente bazucazo al cerebro; lo sorprendente, repito, es la ambivalencia y la incertidumbre con que está impregnando toda su política de gobierno para tratar de remontar o superar el pesimismo generalizado frente a su gobierno y que se ha apoderado de los colombianos: Esa mezcla peligrosa de “ponzoña con dulzura” que Vicente Fernández le reprochaba a los besos de la Araña, y la diplomacia del Departamento de Estado con más empirismo, ha llamado desde siempre, el uso adecuadamente combinado de “zanahoria con garrote”.
Un día (para complacer a Uribe Vélez) JM Santos amenaza con todos los juguetes de que dispone al presidente de Nicaragua Ortega y al otro, le ofrece un dialogo amistoso con grandes pactos de beneficio mutuo. Otro, para complacer la tribuna mediática nombra públicamente a una ex magistrada liberal-conservadora en la terna para la elección de Procurador, para luego abandonarla, porque sus pactos privados y electoreros para su reeleción, están con el inquisidor Ordoñez.
Y, en el asunto de las conversaciones que se desarrollan en La Habana, para construir una duradera confianza negociadora; un día consintiendo a la diplomacia extranjera anunciar con gran estruendo mediático concesiones y avances muy positivos en el camino de la paz; mientras en el selecto parlamento colombiano hace aprobar (contra viento y marea) el Fuero Militar, o su adlátere el ministro de guerra Pinzón, todos los días lanza una poderosa bocanada de candela con combates simulados de rompimientos de la tregua unilateral decretada por la Insurgencia de las Farc, montajes periodísticos sobre misiles térmicos de Afganistán que llegaron a Colombia, no se sabe cómo ni cuándo, no se alteran en la selva amazónica y para los cuales está preparándose comprando nuevas armas, o simplemente, porque no tiene más, inspirado en el lema de gobierno de Chile por la Razón o la Fuerza, amenaza de que si por la razón suya no se logra la paz de Santos, él tendrá la fuerza para imponer ambas: la razón y la paz.
Leyendo el triste articulo del profesor Alfredo Molano sobre su viaje a EEUU, aparecido en su columna (El Espectador 10.12.2012) a cualquiera le puede surgir la pregunta: ¿ Será que todo este doble discurso no es de J M Santos, sino que viene churretiado desde más arriba?
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