8 de junio de 2013

Ley antiterrorista chilena a juicio

La aplicación casi exclusiva de la ley antiterrorista chilena –creada por el dictador Augusto Pinochet para enfrentar a sus opositores– contra los mapuche que reclaman la devolución de sus tierras en manos de los empresarios forestales y latifundistas, llegó en mayo pasado a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, donde se señaló que es una ley racista. La política de persecución y criminalización contra el pueblo mapuche no se reduce solamente a la ley antiterrorista; comprende las muertes impunes a manos de policías chilenos de jóvenes mapuche, los constantes allanamientos en comunidades en busca de armas y terroristas que nunca aparecen, y la actitud racista de los fiscales y jueces contra los luchadores mapuche, a quienes siguen acusando y encarcelando sin más fundamentos que las acusaciones de empresarios forestales y latifundistas.

FALSA HISTORIA

Durante los últimos años, la lucha del pueblo mapuche adquirió mayor notoriedad pública, después de décadas de olvido y censura desde la sociedad chilena y sus medios de comunicación. A lo largo del siglo veinte se cimentó en Chile el mito de la nación única e indivisible; se enseñó en las escuelas que todos los habitantes del país eran chilenos y que los mapuche –valientes guerreros que resistieron al Imperio español desaparecieron luego de una supuesta campaña civilizatoria encabezada por el ejército nacional (llamada irónicamente por la historiografía oficial “Pacificación de la Araucanía”). Según los libros de historia y los representantes de las elites dominantes del país, los mapuche desaparecieron o dejaron de serlo para transformarse en orgullos chilenos, respetuosos de las leyes y orgullosos de la nación que los sometió. Según esos mismos libros de historia, la civilización, el desarrollo económico y la unidad nacional lograron su objetivo de terminar con los mapuche y “rescatar” sus territorios para el progreso.

Detrás de esta falsa historia, repetida hasta el cansancio por autoridades y medios de comunicación, el pueblo mapuche buscó mecanismos durante todo el siglo veinte para resistir y mantenerse vivo como pueblo, a pesar de la discriminación y el despojo institucionalizado en el estado y la sociedad de Chile. A fines del siglo veinte y principios del ventiuno, un nuevo proceso de lucha por el territorio usurpado emergió en Wallmapu (territorio mapuche) en cientos de comunidades, empobrecidas por la pérdida de sus tierras ancestrales –primero a manos del ejército chileno, luego de latifundistas, y finalmente por empresas forestales, una de las principales industrias en Chile gracias a las tierras mapuche robadas y los subsidios que reciben de las arcas fiscales desde la dictadura militar del general Pinochet. Comunidades a lo largo de todo el sur de Chile se organizaron para demandar a las empresas forestales y latifundistas, enriquecidas a costa de las tierras mapuche, que las devuelvan a sus legítimos y ancestrales dueños.

TIERRAS ORIGINARIAS

El pueblo mapuche resurgió en los medios de comunicación para desgracia del gobierno y los grupos económicos. La demanda mapuche es sencilla: las tierras usurpadas, en manos de empresarios y latifundistas, deben volver a las comunidades. Lamentablemente la respuesta no fue la esperada para un país orgulloso de su democracia y defensor de los derechos humanos. Desde el Estado, empujado por el peso empresarial, se incrementaron mínimamente los fondos públicos destinados a la compra de unas pocas hectáreas para traspasar a las comunidades, sometidas a eternos y burocráticos trámites para postular a dichos fondos. Por otro lado, se aplicó entre aplausos de los dueños de las empresas forestales y los periódicos de mayor circulación, el rigor más obsceno de la ley penal chilena.

ACALLAR AL PUEBLO MAPUCHE

Durante el gobierno del socialista Ricardo Lagos se invocó la aplicación de la ley antiterrorista (Ley número 18.314), legislación penal especial, creada en la dictadura de Augusto Pinochet para combatir a los grupos subversivos opuestos a su régimen. Dicha legislación volvió a ser usada por los gobiernos democráticos con el único fin de acallar la demanda del pueblo mapuche.

Las primeras víctimas de esta política de Estado, una vez condenadas sin reparar en los principios del debido proceso, demandaron al Estado de Chile ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que declaró admisibles estas denuncias. La instancia internacional señaló que Segundo Aniceto Norín Catrimán, Pascual Huentequeo Pichún Paillalao, Florencio Jaime Marileo Saravia, José Huenchunao Mariñán, Juan Patricio Marileo Saravia, Juan Ciriaco Millacheo Lican, Patricia Roxana Troncoso Robles y Víctor Manuel Ancalaf Llaupe: “fueron procesados y condenados con base en una normativa que adolece de una serie de ambigüedades y vaguedades incompatibles con el principio de legalidad. Precisamente como consecuencia de la aplicación de tipos penales abiertos, las conductas imputadas fueron calificadas como delitos terroristas tomando en consideración el origen étnico de las víctimas y su calidad de Lonkos (jefe de comunidad), dirigentes o activistas del pueblo indígena mapuche. Las autoridades judiciales chilenas que condenaron a las víctimas por delitos terroristas se basaron en una representación de un contexto denominado como el “conflicto mapuche”, sin efectuar distinciones entre el contexto más general de reivindicaciones legítimas del pueblo indígena caracterizado por diversas formas de protesta social, y los actos de violencia que se han presentado por parte de ciertos grupos minoritarios en dicho contexto. Tampoco fue establecido vínculo alguno de las víctimas con los grupos que habrían incurrido en actos de violencia calificados por los jueces como “terroristas”. De esta manera, la invocación de la pertenencia y/o vinculación de las víctimas al pueblo indígena mapuche constituyó un acto de discriminación racial mediante el cual se criminalizó, al menos en parte, la protesta social de miembros del pueblo indígena mapuche”.



CONTRA LUCHADORES LEGÍTIMOS

La Corte Interamericana de Derechos Humanos conoció de este caso los días 29 y 30 de mayo. De ratificarse la opinión de la Comisión, Chile no solo debe compensar el daño causado con los años de injusta prisión y persecución contra estos luchadores mapuche, sino que debe terminar esta política criminal hacia este pueblo y sus autoridades ancestrales y dirigentes.

Hoy en Chile, no solo se aplica la Ley antiterrorista casi exclusivamente contra el pueblo mapuche, también, haciendo notar el racismo institucionalizado, se aplican las más altas condenas o se tramitan largos procesos contra luchadores mapuche, haciendo pesar el máximo rigor de la ley penal, lo que curiosamente no ocurre con otros acusados de verdaderos delitos, como pedófilos o narcotraficantes. La persecución del Estado es una consecuencia de la demanda legítima e histórica de recuperar el territorio ancestral mapuche.

Habrá que esperar que, en caso de una condena contundente, el Estado chileno la acate y cumpla a la brevedad. Pero esto no será suficiente si no se acoge y se buscan soluciones al reclamo territorial, la principal y más sentida aspiración de un pueblo que lleva más de un siglo resistiendo al Estado de Chile. Se espera que la sentencia se dé en los próximos meses de 2013.

CIUDAD CCS.

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