El fascismo tuvo una base de sustentación clara, la contradicción entre capital y trabajo. Las condiciones dentro de las cuales transcurría la jornada laboral hacían de esta un oficio traumático y extenuante. El obrero era entonces un opuesto claro del capitalismo, se trataba de transformar un mundo, de ofrecer la equidad. El sentimiento sobre el cual se levanta el fascismo fue de justicia social. El discurso fascista, sus decisiones estaban instaladas en la cotidianidad, más que ofertas de una utopía social a largo plazo, mostraba con claridad la cara de la bestia opresora, en este caso el judío, de allí que el sentimiento histórico de cambio se realiza sobre el odio social.
El racismo nacionalsocialista contenía como fundamento una teoría racial, se debía marchar hacia la raza pura, por ello había que suprimir a los bastardos, ello en el sentido de que la mezcla de lo desigual generaba en la naturaleza degeneración. Para sostener esta idea, el fascismo se basaba en la existencia en la naturaleza de la regulación, la vida estaba atravesada de la selección natural. Sin lugar a dudas que el pueblo alemán era la nación elegida para llevar a efecto esta tarea. Esto se manejaba bajo la concepción del destino histórico, la base de esta teoría de la historia era el concepto de fuerza y de un biologicismo extremo. Siendo así la decadencia de una cultura se debía a la mezcla racial y cultural, el mundo era concebido en términos de amos y esclavos.
En el caso venezolano, el ideario político de la oposición es la descalificación perenne del pueblo y del gobierno cubano. Se minusvaliza a los profesionales que dignamente nos ayudan en Venezuela en la construcción de la Patria socialista, se sostiene sin prueba alguna que no son médicos, que no son educadores, que no son odontólogos, sometiéndolos al escarnio público. Este ejercicio llevó a la oposición a secuestrar al embajador Cubano. Henrique Capriles franqueo el muro de la Embajada en ánimos de efectuar una requisa, acusando a los cubanos de esconder a Diosdado Cabello, sospechando también la existencia de un arsenal de armas. Estos dislates llevaron a la violación del Derecho Internacional, y en torno a este suceso ha reinado permanentemente la impunidad
Las ideologías político-sociales de la Primera y Segunda Guerra Mundial contenían un patrón común: la idea de dictadura. El bolchevismo ejecuta en 1917 la dictadura del proletariado, proponiendo un mundo redimido de la injusticia por la clase obrera; esta era la portadora de la historia. La clase obrera tenía por tarea equilibrar a unas sociedades que estaban sumidas en la desigualdad. Lo mismo sucede con el nacionalsocialismo, este preconiza la idea de la raza, y la voluntad histórica del ario de salir de la prehistoria de la humanidad.
Ante estas dos ideologías, la historia nos tendría reservada la sorpresa de la guerra y del exterminio, estos dos macabros experimentos históricos tuvieron una base común: la existencia de ideologías totalitarias, la puesta en vigencia de un pensamiento unificador que no permitía la disidencia. Todo aquel que ejerciera la libre autonomía de la razón era visto como sospechoso, se había acabado la tolerancia: los totalitarismos tendrían ambos un basamento expansionista, la idea que los iba a animar era la de progreso, esto implicaba que habían pueblos inferiores y superiores. Wilhelm Reich lo decía: el fascismo pensaba – enmarcado dentro de los presupuestos teóricos epistemológicos sobre los cuales se levantaba su teoría– que ellos tenían el derecho divino de dominación del mundo, es por ello que Reich hablará de un origen irracional de estas teorías, sin embargo, los fundamentos ideológicos del fascismo y de su teoría expansionista los explica Reich por las aspiraciones del capitalismo germánico e incluso francés de asentarse sobre el expansionismo. La metáfora para este intento de captar el desenvolvimiento de lo real-social partía del planteamiento en la ideología alemana de la relación base-superestructura, desde ese cognomento teórico Reich estructura su psicología de masas del fascismo.
En Venezuela la oligarquía y la burguesía fascista, en primer lugar, tienen una vocación de desprecio a la cultura nacional. Han copiado lo peor de la cultura norteamericana. En la televisión navegamos entre series de asesinatos, reality shows de prostíbulos, y la consabida idea de que a eso puede llamársele modernidad.
Los medios de comunicación incitan subliminalmente al consumo de alcohol, tabaco, modas, sexo y violencia. El socialismo debe ser la destrucción de la instrumentalidad que ha impuesto ideológicamente la razón tecnológica dominante en la sociedad capitalista, se trata de construir una sociedad de equilibrio que reivindique el ideal de Patria, de sana convivencia, de igualdad racial y de igualdad de oportunidades. Los hombres deben ser iguales ante la ley, se debe visibilizar a los afrodescendientes, a los indígenas, a los minusválidos, a los gordos, a los feos. La sociedad socialista del futuro debe ser una gran borrachera de felicidad.
El fundamento teórico del fascismo y del nazismo se estructuraba sobre la propaganda. Para ellos, la historia tenía un fundamento biológico, la idea del gran hombre, del pastor del Ser en este caso específico Hitler y Mussolini. De estos experimentos dictatoriales quedaron varios pueblos gitanos eliminados en Europa.
El punto neurálgico sobre el cual se estructuraron tanto el nazismo como el fascismo fue la idea de acción militar y de heroicidad, había hombres providenciales en la historia. La vieja idea de mesianismo ligada a las religiones totalitarias reaparece. Hay hombres en sí mismos que son la justicia, esto significa la defensa del mesianismo, de la superioridad y de la fuerza.
La idea del fascismo está sostenida en una base religiosa, hay Dioses inferiores y superiores. Los Dioses que ejercen la superioridad no aspiraron nunca el sosiego sino a la guerra. Los Dioses del Medio Oriente han aspirado por el contrario a la igualdad, se habría fundado –para decirlo en términos de Nietzsche– una religión de los débiles. Mientras la democracia se asienta en una teoría jurídica, sea cual sea el ejercicio democrático que pensemos, el fascismo y el nazismo se levantan sobre una idea mística y providencial.
La democracia antepone por encima de todo el marco legal e institucional que se ha instaurado y al cual se ha llegado por la libre deliberancia, en tanto que una teoría totalitaria hunde sus criterios de verdad ya establecidos de antemano en un pasado remoto y divinizado. Ese pasado conjuntamente con sus verdades no se discuten, pertenecen al gentilicio de ese pueblo. A la base de estas dos teorías existe un ejercicio del poder y una concepción del mundo, el mundo en ambas presenta sus jerarquías, solo que en la democracia, el mundo está dado en la posibilidad y en la posibilitación del ascenso social.
El fundamento de la concepción autoritaria es el sometimiento del otro, la prohibición. El mundo aparece como un universo reglado, desaparece el sentido de la experimentación. La represión sexual se presenta como una ideología del poder, se estatuye la culpa, al lado de ésta aparece la piedad y la restitución de la normalidad. Dentro de ese universo de lo dado, las instituciones represivas tendrán la tarea de restablecer el orden, lo extraño a éste es enfermo, lo instintivo luce como pervertido, la prohibición de la sexualidad infantil se da como rasgo manifiesto, no en balde el descubrimiento freudiano de la sexualidad del niño fue considerado como una perversión, la psicología victoriana instituida en el nivel fundante despreció la liberación, la subjetividad permaneció reprimida, el eros fue ocultado y dentro de este contexto la sexualidad comenzó a aparecer como tema tabú, Mocénigo – para utilizar una nomenclatura del Reich tardío– había aparecido, comenzaba el asesinato del hombre y la represión.
ILUSTRACIÓN ETTEN CARVALLO/CIUDAD CCS
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