Invitado a expresarse por videoconferencia ante el Congreso norteamericano por sus “amigos” los representantes Connie Mack e Ileana Ros-Lehtinen, el exdictador hondureño Roberto Micheletti acusa a EE.UU. de “haberle dado la espalda cuando asumió el poder” tras el golpe de Estado del 28 de junio de 2009, reporta la agencia española EFE con su habitual respeto ante portavoces de la ultraderecha. Micheletti hizo estas declaraciones durante una audiencia en el Congreso estadounidense en la que participó por videoconferencia. El exgobernante no tiene visa para ingresar en el país, pero algunos congresistas republicanos, como la presidenta del comité de Asuntos Exteriores de la Cámara, la cubanoamericana Ileana Ros-Lehtinen, se encragan de sus relaciones públicas en la capital vorteamericana.
Ros-Lehtinen mostró su desacuerdo por la política “punitiva” del Gobierno estadounidense contra aquellos que se opusieron a los “ataques” de Manuel Zelaya a la Constitución de su país y señaló que en los próximos meses denunciará en un informe sobre el papel de algunos funcionarios del Departamento de Estado “pro-Zelaya”.
Micheletti fue invitado a participar junto a socios golpistas tales como la expresidenta del Banco Central de Honduras Sandra Martínez de Midence y el exsecretario ejecutivo del Foro Nacional de Convergencia (Fonac) Leonardo Villeda, que no estuvieron presentes por el mismo motivo.
Según EFE, el presidente del subcomité de asuntos latinoamericanos, Connie Mack, hizo un repaso por los acontecimientos previos al golpe de Estado del 28 de junio de 2009 que derrocó al entonces presidente, Manuel Zelaya, y consideró a Micheletti un “héroe” por “defender la democracia en Latinoamérica”.
Micheletti asumió el Gobierno como presidente de facto de Honduras tras la expulsión del país de Zelaya por sus cómplices del ejercityo. Zelya promovía una Asamblea Constituyente, que había sido declarada “ilegal” por jueces golpistas.
Micheletti criticó a Estados Unidos, un país “amigo” que “siempre nos ayuda y está protegiendo”, y a quien Zelaya “se había dedicado a ofender y denigrar” y para el que, según dijo, pedían “respeto” pero que posteriormente “ignoró nuestro clamor a ser escuchados”.
Durante su intervención defendió que no es “ningún” dictador porque “ningún golpista o dictador busca el poder por siete meses y promueve elecciones”, que se celebraron en noviembre de ese mismo año y fue elegido el actual presidente, Porfirio Lobo.
En este sentido destacó el “empeño” de su Gobierno para alcanzar una solución a la crisis de Honduras y lograr la reconciliación, que según dijo debe realizarse “sin violar la Constitución” y sin permitir impunidad para quien haya cometido intereses del Estado.
“Que nadie que haya cometido delitos contra intereses del Estado quede en las calles del país impune”, enfatizó.
Por otra parte, mostró “preocupación” por la “influencia” del mandatario de Venezuela, Hugo Chávez, “en algunos países de la región”.
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