Hace pocos días llegó a mis manos un interesante documento sobre la Operación “Paper clip” (presilla), sobre lo cual voy a trasladarles algunas informaciones que considero resultan importantes y relevantes. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, las tropas estadounidenses de ocupación tenían detenidos en sus cárceles un buen número de científicos alemanes. El inventario inicial de las ocupaciones y proyectos en que habían estado involucrados aquellos científicos no podía ser más estimulante, pues la totalidad de ellos habían estado trabajando en función de los intereses de Hitler de dominar al mundo. En la generalidad de aquellos científicos existía un profundo odio hacia la Unión Soviética, a la cual reconocían como el país que había cambiado el curso de la guerra y por lo cual Alemania y el resto de los países del eje Roma- Berlín-Tokio habían probado el sabor amargo de la derrota.
En 1946 el entonces presidente de Estados Unidos, Harry S.Truman autorizó la utilización de esos científicos acorde a la propuesta que realizaron de forma conjunta el Pentágono y la CIA. Dentro de la fundamentación se calificaban a estas personas como “Nazis ardientes” y su futura labor se consideraba fundamental para el desarrollo de la “guerra fría”. De acuerdo con el propio documento, algunos de estos expertos habían participado en los campos de concentración alemanes en experimentos con seres humanos.
Acorde con el informe “Blue bird”, presentado en 1999 ante el Senado y la Cámara estadounidenses, entre 1945 y 1955 entraron al país , como resultado de la Operación “Paper clip”, 765 científicos alemanes que habían trabajado en los laboratorios e institutos de investigación durante la guerra, en el campo de la medicina, ingeniería, cohetería, automatización, aerodinámica y otros.
Durante la primera reunión del Consejo de Seguridad Nacional, en diciembre de 1947, la CIA propuso y fue aprobado, comenzar una “guerra secreta “contra los soviéticos. De acuerdo con esto se iniciaron en Europa las operaciones de guerra psicológica (PSYOPS), dirigidas por la CIA, con la colaboración de médicos nazis que había demostrado ser competentes en la ruptura de la mente y la creación de estados de depresión en las personas. En muchos casos las bases militares fueron utilizadas para llevar a cabo estos experimentos.
Los programas de operaciones encubiertas de la CIA relacionadas con el tópico del control de la mente y la conducta humana se iniciaron en 1950 con la Operación BLUE BIRD, en la que también participaron los servicios de inteligencia de Canadá e Inglaterra. En aquel momento, con la incorporación de esos servicios, cambiaron el nombre de la operación por “ARTICHOKE”.
Las investigaciones del programa BLUE BIRD iban dirigidas a lograr estos resultados:
-Crear un estado hipnótico en el individuo que le obligue a realizar una acción contraria a sus principios morales.
-Crear un estado hipnótico en el individuo que pudiera durar una hora, dos horas, o un día completo que le obligue a realizar una acción de nuestro beneficio.
-En base al propio estado hipnótico, puede obligarse a una persona a estrellar un avión, descarrillar un tren o crear cualquier otro tipo de accidente.
-Utilizando técnicas hipnóticas, poder hacer que un individuo viaje largas distancias, sustraiga documentos o materiales y regrese a nosotros para entregarlos.
-Trabajar en la posibilidad de la amnesia total de una persona, al igual que en el cambio de su personalidad.
-Posibilidad de incluir las drogas alucinantes o cualquier agente inductor dentro del contenido de caramelos, refrescos, café, cerveza, cigarrillos y otros.
En 1953 se inició el proyecto MKULTRA donde se utilizaban distintas drogas alucinantes. Este proyecto fue objeto de denuncia debido a distintos escándalos que se originaron durante el desarrollo del mismo, que incluyeron varios suicidios, lo que trajo como consecuencia que “oficialmente” se cerrara en la década de 1970, aunque en realidad muchos de sus programas se mantuvieron activos bajo el nombre de MKSEARCH.
A partir de 1955, hasta finales de 1972, el Ejército en coordinación con la CIA estuvo desarrollando un programa para el control de la mente utilizando drogas alucinógenas el cual se desarrollo principalmente en el Arsenal Edgwood y Fort Detrick, ambos en Maryland. Los experimentos realizados estaban fundamentados en suministrar marihuana sintética, LSD y una docena de otras drogas psicoactivas a cerca de 8,000 soldados “voluntarios” con el fin de poder medir el efecto en ellos y posteriormente, en base a los resultados obtenidos, elaborar armas químicas que pudieran utilizarse contra soldados enemigos. De acuerdo con el criterio del psiquiatra James Ketchum, involucrado en el proyecto, la marihuana y algunas de las otras drogas tenían un efecto demasiado suave para ser utilizados con ese propósito.
Como resultado de aquel programa se elaboraron varios tipos de armamento que cumplían el propósito deseado, entre ellos proyectiles de artillería del tamaño de una pelota de softball, rellenos de benzilato quinuclidnilo en polvo, más conocido por BZ, capaces de provocar el sueño en cualquier lugar donde cayeran. Según Ketchum ,estas bombas fueron almacenadas en un Arsenal del Ejército en Arkansas y posteriormente destruidas.
De acuerdo con el libro de Ketchum, titulado “Guerra Química, Secretos casi olvidados” los experimentos realizados fueron fotografiados, filmados y controlados desde todos los puntos de vista. Los sujetos involucrados en la operación recibieron las sustancias alucinógenas en la comida, inyectada e inclusive rociada sobre su cuerpo. Las conclusiones a que se llegaron con los resultados del programa fueron:
El LSD fue rechazado porque podía provocar actos violentos, lo cual sería un peligro por la utilización de armas por parte de los soldados.
La marihuana tenía un efecto poderoso, pero fue rechazada ya que sus efectos podían ser superados con solo acostarse y descansar.
La CIA tenía un programa paralelo en el cual probó alucinógenos a ciudadanos que no tenían conocimiento de que se estuviera experimentando con ellos, lo que provocó distintos escándalos.
La propia CIA convenció a dos médicos del ejército para que realizaran experimentos que el Ejército no había autorizado.
La experimentación con drogas que alteran la mente ha ganado auge en Estados Unidos y por lo regular se realizan con plena autorización del paciente. Esto se logra mediante las consultas de los psiquiatras, que cuando atienden a un paciente pueden diagnosticar trastornos psíquicos y de conducta inventados por el propio psiquiatra. Esto además del beneficio económico que implica, al poder continuar atendiendo a la persona, requiere el suministro de ciertos medicamentos como el Ritalin o el Prozac, lo cual resulta en un gran experimento médico al que está sometida la población estadounidense. Las estadísticas médicas plantean que el 50 % de los estadounidenses consumen un de estas drogas y dentro de ellos el 20 % de los estudiantes.
Las investigaciones sobre la utilización militar del control de la mente humana y de estas drogas continúan bajo la subvención económica de la Agencia de Defensa para la Investigación de Proyectos Avanzados (DARPA).
Uno de los proyectos que se lleva a cabo en la Universidad del Estado de Arizona, bajo la dirección del Dr. William J. Tayler, está fundamentado en el desarrollo de la tecnología transcraneal mediante un equipo de ultrasonido que puede ser implantado en los cascos de batalla de la tropa. Esta tecnología permite manipularlas funciones del cerebro para estimular el estado de alerta, aliviar el estrés e inclusive aliviar los efectos de alguna herida e inclusive una lesión cerebral traumática. La finalidad de este tipo de experimento es mejorar la capacidad de lucha del soldado y mantener en todo momento la agudeza mental.
Este proyecto incluye dos tipos de variantes en cuanto a la estimulación cerebral. Uno de ellos denominado (DBS) se fundamenta en la estimulación cerebral profunda y requiere la implantación quirúrgica de electrodos en algunos tejidos neurales. El otro método es menos invasivo, fundamentado en la estimulación magnética (TMS), pero tiene un alcance más limitado y baja resolución. Este método utiliza los pulsos de ultrasonido que de forma remota estimulan directamente los circuitos cerebrales.
Las agencias de espionaje del gobierno estadounidense continúan trabajando en técnicas que van encaminadas a dominar la mente humana y para eso utilizan los más modernos métodos, que son aplicados a la publicidad, las películas, la televisión, la música y todo aquello que es procesado por el cerebro.
La meta, que aún no han logrado, es entrar en esa complicada y magnífica maquinaria que dirige al hombre para poder manipularlo a capricho y posteriormente dominar el mundo.
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