Fue la elección de Barack Obama como presidente de Estados Unidos un factor que impulsó el crecimiento del extremismo de derecha y los llamados grupos de “odio racial” en ese país? Una cosa curiosa ocurre cuando uno camina por la calle en Spokane, Washington, a primera hora de la mañana. Hay desconocidos que lo miran a uno a los ojos, y le dicen, con una sonrisa: “buenos días”.
Es esa clase de pueblo. Al menos en comparación con algunos de los otros pueblos y ciudades en los Estados Unidos, es amigable con los extraños.
Lo que hace que el fallido atentado ocurrido aquí contra una marcha por los derechos civiles en enero pasado sea aún más difícil de comprender.
El hombre acusado de haber dejado una mochila llena de explosivos y metralla – cubierta de veneno para ratas con el fin de detener la coagulación sanguínea – es Kevin Harpham, un veterano del ejército con un interés en los grupos neonazis.
La difícil verdad para Spokane, para el estado de Washington, para el vecino estado de Idaho y para todo EE.UU., es que los grupos de odio – anti-negro, anti-judío, neo-nazis – están aumentando de nuevo.
Y casi todo el mundo, incluidos los miembros de esos grupos, coincide en que la elección de Barack Obama ha sido un catalizador para el aumento del apoyo que esas agrupaciones reciben.
“Yo no diría que me sorprende”, dice la alcaldesa de Spokane María Verner, “a pesar de que me parece alarmante”.
“Estamos viendo un resurgimiento de los grupos de odio porque estamos viendo la actividad democrática y el aumento del poder de los ciudadanos que no son anglosajones protestantes”.
Fue una reacción parecida a la que expresó el alguacil local, Ozzie Knezovich, cuando se enteró de que una bomba había sido dejada por el camino de una marcha conmemorativa en honor a Martin Luther King en marzo pasado.
“¿Sorprendido? No”, dice. “Vivimos en un mundo diferente – el odio parece ser un fenómeno muy extendido en estos momentos”.
“Explosión” de los grupos
Y hay ciudadanos de a pie – y sus hijos – que están en el extremo receptor de la actividad de los grupos de odio en Washington y Idaho.
Rachel Dolezal, profesora de arte y estudios afro-americanos, ha sido repetidamente acosada desde que la gente supo lo que enseñaba.
Alguien dejó una cruz gamada en la puerta de su lugar de trabajo.
Y ha tenido que actuar para proteger a su hijo.
“De hecho, le compré un par de tapones para los oídos, para que los use en el autobús”, dice ella, “porque escucha la palabra ´nigger´ (insulto racista contra los afroestadounidenses) todos los días”.
“Parece que las cosas estaban silenciadas y desinfectadas, o algo así, y Barack Obama simplemente hizo que salieran a la superficie cosas que ya existen dentro de la gente”.
Los grupos de odio racial y otros grupos de la extrema derecha – como las llamados organizaciones Patriotas, que prometen resistirse al control del gobierno federal, así como grupos anti-inmigrantes nativistas – son vigilados por el Southern Poverty Law Centre (SPLC), una organización no gubernamental.
“En el otoño de 2008″, dice el director del Proyecto Inteligencia del SPLC, Mark Potok, “empezamos a ver una explosión en los grupos de odio racial, pero más en general en todos los grupos de derecha.”
Separatistas
Si Mark Potok quería la confirmación de su investigación, la podría encontrar al otro lado de la frontera de Spokane, en la ciudad de Coeur d’Alene, en el estado de Idaho.
Naciones Arias es un grupo separatista blanco extremadamente anti-judío. Él insiste en que no tolera o fomenta cualquier acto de violencia. Pero llama a los judíos “los hijos de Satanás”.
Acusa falsamente a Barack Obama de ser judío y de no ser un ciudadano de los EE.UU. Pero tiene motivos para agradecer al presidente.
“El día después de la elección de Barack Obama”, dice, “mi teléfono no paraba de sonar. Eran hasta cuatro o cinco al día preguntando por información”.
Algunos menosprecian a los hombres como Jerald O’Brien, y grupos como Naciones Arias, tildándolos de “locos”.
Pero Mark Potok está preocupado.
“Creo que estamos en un período muy similar al que vivimos en el período previo al atentado de Oklahoma City (cometido en 1995)”, dice. “En cuanto a un ataque similar, si va a ocurrir, no lo sabemos”.
“Estamos muy cerca del número máximo de activistas que hubo durante la cúspide del movimiento de las milicias (de extrema derecha)”, agrega.
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