Sin detenerse para nada, con total desprecio de otros derechos nacionales y de las condenas internacionales, Israel sigue adelante, devorándose palmo a palmo, territorios palestinos ocupados en Cisjordania y Jerusalen Oriental. Con la aprobación la semana pasada de construir mil 600 viviendas más la maquinaria expansionista usurpadora se ha vuelto a engrasar en los llamados asentamientos, destinados a clavar dagas en la continuidad territorial de lo que debería ser un Estado palestino, aunque ni remotamente sea el que la ONU aprobó hace más seis décadas, porque bastante que ha sido desgajada, entre conquistas militares y erección de muros.
Según el parte oficial, los primeros colonos israelíes de esas 227 nuevas viviendas podrán adquirirla en septiembre próximo, justo en el mes en que los palestinos aspiran a que la Asamblea General de la ONU reconozca a Palestina como Estado. La coincidencia no parece en lo absoluto casual, sino más bien premeditado, uno de esos acostumbrados actos de prepotentes desafíos, amparados por el infaltable paraguas protector de Washington, siempre con el veto alistado en el Consejo de Seguridad.
Nada nuevo y mucho menos sorprendente, que ha sido evaluado por la Autoridad Nacional Palestina, coincidiendo con el movimiento Hamas, como “un intento israelí de destruir lo que queda de cualquier esfuerzo por reanudar el proceso de paz”, interrumpido hace más de un año. Hasta la ONG israelí “Shalom Asjav” (Paz Ahora) advirtió que “el gobierno echa más leñas al fuego del próximo septiembre” Que veremos arder.
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