30 de junio de 2012

Cultura William Ospina: El árbol es un aliado que puede ayudar a encontrar otros caminos


Aunque ha venido en varias oportunidades a Venezuela, el escritor colombiano William Ospina nunca había pisado el estado Bolívar, pero en la novena edición del Festival Mundial de Poesía, realizada este mes, tuvo la oportunidad de visitar San Félix, Puerto Ordaz y la antigua Angostura (Ciudad Bolívar), ver la geografía y respirar su historia, y además meter las manos en el río Orinoco por primera vez. Ospina se presentó en la Gala Inaugural del encuentro poético, en la sala Ríos Reyna, del Teatro Teresa Carreño, con dos poemas. Su intervención fue precedida por los aplausos del público y lo despidieron con más algarabía.

En uno de los poemas que leyó aborda un tema recurrente tanto en sus novelas como en sus ensayos: la relación del ser humano con el mundo natural. Se llama En las Mesetas del Vaupés y se encuentra en el libro El país del viento, que fue presentado por la editorial Monte Ávila durante su estadía en el país.

“Qué son las canoas sino los árboles cansados de estar quietos”, decía en el primer verso y su voz recuerda que durante mucho tiempo la producción de objetos fue una alianza entre el hombre y la naturaleza. “Hoy desafortunadamente no es así”, lamenta.

Aunque dice que el poeta nunca es del todo consciente al escribir, siente “cómo si el ser humano es un aliado que le ayuda a los árboles por momentos a encontrar otros caminos, y el árbol es un aliado que puede ayudar al hombre a encontrar otros caminos”.

Cuando el escritor colombiano metió las manos en el río Orinoco por primera vez, recibió con las aguas la sensación de los árboles, los pájaros, los monos saltando en las ramas, las ciudades que crecen a su alrededor. Algo más que el torrente.

Se encontró también con la sensación de estar tocando las especies que ese río alimenta y las comunidades que ese río nutre y como conocedor del caudal del Amazonas dijo que ambos ríos son hermanos.

“Son fuerzas planetarias muy grandes, muy poderosas. Además, esas dos cuencas están muy unidas, están físicamente unidas a través del caño Casiquiare. El río es todo lo que produce, no es sólo un fenómeno geográfico o hidrológico, es un hecho del mundo, de la cultura, protegerlo es proteger una manera de vivir de los seres que lo habitan“, expresa el poeta, quien se fue galardonado hace tres años con el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos.

Pero se lamenta y dice que la crisis mundial actual no es meramente una crisis financiera sino una grave crisis en el orden de la civilización en el mundo. Dice que se ha perdido el respeto por los elementos fundamentales de la civilización: el pensamiento, la sensibilidad, la belleza, la imaginación, el arte, de la convivencia, los rituales, la memoria, las tradiciones, las religiones.

“Esto exige que la humanidad sea capaz de reaccionar, de defender lo que es verdaderamente valioso, su memoria, su tradición, su presente y su futuro. Hay que proteger la naturaleza, la integridad del planeta, el equilibrio del planeta frente a los embates de esta teoría obscena de un crecimiento a expensas de la naturaleza, y para mí es muy interesante observar el papel que juega un país como Venezuela, que está en primera línea del debate contemporáneo”, expresa.

El poeta despegó a su natal Colombia, quedó atrás la novena edición del Festival de Poesía, pero dejó en las Librerías del Sur cientos de ejemplares de su libro El país del viento y sus versos potentes. “Qué son los puentes colgantes sino árboles jugando con el vértigo”.

Fuente: AVN

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