Luisa Cáceres, quien había formado parte de la trágica emigración a Oriente, en 1814, después del avance de José Tomás Boves sobre Caracas, se casó en Margarita con el general patriota Juan Bautista Arismendi.
Un estrecho calabozo, que aún se conserva en el viejo castillo de Santa Rosa (Nueva Esparta), servía de prisión a Luisa Cáceres. Los realistas intentaban mediante este brutal procedimiento obligar a Arismendi a rendirse y abandonar la lucha por la independencia de Venezuela.
Juan Bautista Arismendi y su joven esposa no renegaron nunca de su condición de patriotas. A cada intimidación de los realistas para que Luisa implorara a su esposo que se rindiera, ella respondía: "Jamás lograrán de mí que le aconseje faltar a sus deberes".
Cuando la Guerra estaba perdida para los realistas, Luisa Cáceres fue trasladada a las bóvedas de La Guaira (Vargas) y después a Cádiz, en España. Lograda la Independencia, regresó a Venezuela, donde volvió con su esposo.
El matrimonio Arismendi Cáceres tuvo una numerosa descendencia. Sus restos fueron trasladados al Panteón Nacional en 1876.
Tomado del Diario VEA
Juan Bautista Arismendi y su joven esposa no renegaron nunca de su condición de patriotas. A cada intimidación de los realistas para que Luisa implorara a su esposo que se rindiera, ella respondía: "Jamás lograrán de mí que le aconseje faltar a sus deberes".
Cuando la Guerra estaba perdida para los realistas, Luisa Cáceres fue trasladada a las bóvedas de La Guaira (Vargas) y después a Cádiz, en España. Lograda la Independencia, regresó a Venezuela, donde volvió con su esposo.
El matrimonio Arismendi Cáceres tuvo una numerosa descendencia. Sus restos fueron trasladados al Panteón Nacional en 1876.
Tomado del Diario VEA
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