17 de agosto de 2010

Piedra de tranca: La risa

ALGUNOS LE HAN CAÍDO ENCIMA A ANDRÉS IZARRA porque reía durante la inefable entrevista de CNN, el canal de la provocación. Pero si alguna crítica se merece el director de TELESUR es haber participado en ese programa con características de celada. Porque, ¿qué otra cosa se puede esperar de esa gente y de los otros invitados, el ex comisario Eligio Guzmán, quien sí sabe de traiciones y de represión, como lo demostró en momentos difíciles para el proceso bolivariano, o el “experto” Roberto Briceño León? Ahí pifió Izarra, pero al menos su presencia sirvió para demostrar una vez más su coraje y capacidad para enfrentar energúmenos.

EN FIN, QUE LA MAYOR CRÍTICA A IZARRA es porque reía en la entrevista, por lo cual irrespetó el sentimiento de las víctimas. Pero habría que preguntar, ¿quién irrespeta a quién? ¿El que asume el tema con serenidad, o quien lo utiliza demagógicamente apelando a sofismas para apuntalar a una oposición cargada de muertos?

IZARRA NO SE VACILÓ A LOS MUERTOS, A LAS VÍCTIMAS de la tragedia de la inseguridad, sino a los denunciantes sin autoridad moral. A quienes están al servicio de los sórdidos intereses de CNN. Los que apelan a todo tipo de falsedades y despotricaban sin pudor contra Venezuela, como Guzmán y Briceño León. ¿Quién puede creer que la incidencia delictiva sea mayor en Venezuela que en México, que en naciones centroamericanas como Guatemala, que en los barrios de New York, Los Ángeles y Colombia? Se necesita ser un caradura para sostener que el delito es mayor en Venezuela que en Brasil, que en Perú, Argentina y el propio Chile. Este escribidor no lo dice por consuelo, sino para que los irresponsables no engañen a la opinión pública con comparaciones sin sustento, guiadas por el único propósito de descalificar al país y de servir a los intereses de una oposición irresponsable. Claro que en Venezuela hay delincuencia, pero no en la proporción que denuncian los dos personajes que polemizaron con Izarra. Y claro que hay que combatir a fondo el delito, de verdad verdad, sin contemplaciones, pero este escribidor tiene la convicción de que cuando el gobierno lo haga saltarán esos mismos denunciantes a defender a los delincuentes por simple prurito opositor.

EN VERDAD, ¿DE QUÉ SE REÍA IZARRA FRENTE SUS DOS OPONENTES? No era, desde luego, por el tema, como ellos pretenden. Después de ver varias veces la grabación del debate, arribé a una conclusión, frívola, si se quiere; banal, si se quiere, pero con cierta lógica. Andrés Izarra se reía del ridículo bigote de Briceño León. Del bigote demodé del criminólogo. De ese bigote enroscado, engominado, que se movía como señuelo cuando el dueño de aquella pieza del museo de la ridiculez, hablaba.

CONFIESO QUE YO TAMBIÉN ME REÍ, y lo mismo las personas que estaban conmigo viendo el video. Aquel bigote danzando en la pantalla era todo un espectáculo. Era mucho más elocuente que las palabras que salían de aquella boca. Era ese bigote entorchado lo que dominaba la escena y despertaba hilaridad. Quizá tanto como en el caso del célebre cantante del cual se decía que era un hombre pegado a un bigote. A Izarra no le quedó otro recurso que reír, como hay que hacerlo con casi todas las cosas que hace y dice la oposición.-

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